viernes, 16 de diciembre de 2011


ENSOÑACIONES     A Sofía, artista del violín
 
No es del salón en el ángulo oscuro


de su dueño


tal vez olvidada…


La luz inunda la estancia y


el sol atrevido


se entremete lujurioso.


Los dedos finos delicadamente


juegan


sobre rectángulos negros y blancos.


Bailotea en mis oídos en suavidad


inusitada


un Scriabin en perfección milagroso.


El trío de Mozart en arpegio refinado


con su naturalidad acostumbrada


atraviesa mis poros.


Estremecen mis sentidos


las manos nervudas, sinuosas


tecleo ya delicado ya en sordina.


Tocan mi alma


la colman de recuerdos locos


endulzan estos sueños siempre ensoñados.

jueves, 15 de diciembre de 2011

HOY

mi alegría

decrece

se derrumba.

Quince en tierra están

otros, carbones, claman.

El horror no terminó

la memoria tampoco.

15 de diciembre de 2012

Por los nuestros encontrados en Tucumán.


viernes, 9 de diciembre de 2011

MI AMANTE, BUENOS AIRES



                               Ciudad ingenua

melancolía

de lágrimas perennes

y la enorme

 alegría

de las luces que te brillan.



Ciudad noble

 amores escondidos

abrigo del que viene

amparo del que va

...violines en el subte

...los chicos y el tambor.



Reina del Sur

perla de nácar

gema gentil

de tu idolatría

eterna

de dioses paganos.



Tierra que nutre

estigma esplendor,

poetas

 piquetes

miserias y la universidad.



Mi joya valiosa   

mimada mía

que me quema el pecho

¿Por qué te amo tanto

hasta el dolor de amarte

Buenos Aires mía?



Calle Corrientes,

mi guía

te recorro

pienso me hundo

en tu olor

con el roce de otros cuerpos



Ciudad mía

mía, mía, mía

cautiva soy

de tus encantos

esclava fiel

de tus fantasías.

Mía, mía, mía.                                                                                         
                                                     

jueves, 31 de marzo de 2011


Desenfrenados segunderos

despavoridos

recorren el cuadrante

insisten en no marcar el tiempo

éste, cínico, avanza.


Locas horas

no quieren detenerse

insolentes cumplen su misión

inexorable negativa al pedido.


No entienden no saben,

no quieren entender

que en el último suspiro

ansía vivir.

sábado, 29 de enero de 2011

MI HIJA SE VISTE Y SALE


El perfume nocturno instala su cuerpo

en una segunda perfección de lo natural.

Por la gracia de su vida

la noche comienza azul y el cuarto iluminado

es una palpitación de joven felino.

Ahora se pone el vestido

con una fe que no puedo imaginar

y un susurro de seda la recorre hasta los pies.

Entonces gira

sobre el eje del espejo, sometida

a la contemplación de un presente absoluto.

El instante se desplaza hacia otro,

un dulce desorden se inmoviliza en torno

hasta que un chasquido de pulseras al cerrarse

anuncia que todas mis opciones están resueltas.

Ella sale de su cuarto, ingresa

a una víspera de música incesante

y todo lo que yo no soy la acompaña.


Joaquín. O. Giannuzzi

año 1987

nacido en Buenos Aires en 1924

Premio Fondo Nacional de las Artes y de la

Fundación Argentina para la Poesía.

domingo, 23 de enero de 2011

LA MECEDORA


Las cortinas de encaje, arcaicas, con dibujos milimétricos perfectos, pegaditas al ventanal, acariciaban con levedad la mecedora de roble de eslavonia del tiempo inmemorial de los abuelos.
Era domingo y en la mesa concurrida el tema de la edad, rutinariamente hacía su incursión en la voz desafinada de la tía Antonia, ataviada con su usual vestido violeta que los años no lograban deslucir.
La otra comensal, la tía Eugenia, a quien en el anochecer de un día gris de otoño, el acartonado novio, el único, dejó para no volver, componía con dedos retorcidos como los fideos fusiles de la fuente de porcelana inglesa, su característico rodete.
Dorita, la mucama, y Claudia, la sobrina advenediza, disimulaban la escena reiterada, en un juego de guiños cómplices que las aunaba en secreto no pactado. La muchacha al servir la mesa, cual parte del mobiliario metía algún bocadillo habitual tanto como para decir aquí estoy y aligerar la tensión instalada a diario. - ¿Le sirvo un poco más? ¿está muy salado? ¿le retiro el plato?
Antonia igualmente reanudaba el ataque con el que comenzaba esa ardua circunstancia de comer juntos. - ¿Te acordás de tus quince, Eugenia? Yo era más chica pero retengo el dobladillo desparejo de tu vestido y las arruguitas en la cintura, estabas gordita ¿no, querida? por más de tu esfuerzo, no pudiste bajar ni un kilo.
El padre comía en silencio a la espera del café y la madre jugueteaba con la servilleta, hacía origami como en sus años de profesora de Trabajo Manual que ya había dejado de ser.
Eran el domingo soporífero , la edad ...y la mecedora, a la expectativa del poder de la tía Antonia que a ésta no la dejaba ni a sol ni a sombra. ¡quién osaría quitarle la primacía! Sólo ella se sentía su dueña.
La mecedora era un hermoso mueble, con respaldo, asiento y brazos de brocato verde. El lujo de la residencia
Claudia, esa sobrina hospedada los inviernos para estudiar, no conocía si el color verde era el original o había mutado en otro matiz de verde. – Tía, ¿ la mecedora fue siempre de ese tono?. Al instante la tía Antonia respondió - hubo un cambio. ¿Recuerdan que para el compromiso de Euge con ese inimaginable personaje (ahí Eugenia empalideció y volvió a su rodete), conseguimos un similar tono de verde. Fue una fiesta hermosa, siguió la tía con su discurso, lástima que ése se fue así como vino. ¡Vaya una a saber!
Eugenia, en una rápida venganza se levantó de la silla, ráfaga y tormenta abrumada, corrió a la mecedora con tal mala suerte que cayeron estrepitosamente las dos al suelo, la mecedora y ella. Se incorporó, levantó la mecedora con cuidado por si sufriera algún daño.
En el envés del respaldo un desgarro hacía de las suyas, trató con apuro de nivelarlo con sus dedos. Cuanto más esmero ponía, la rotura más se agrandaba. Asomó entre las hilachas la punta de un sobre amarillo y adentro un papel arrugado que Eugenia tironeó hasta sacarlo del todo.
Con curiosidad leyó las primeras frases de un largo texto. Decía... ”Antonia querida, gracias por ser honesta conmigo. La escondida relación de Eugenia con ese hombre hace que yo desaparezca. No olvidaré esa traición. Gracias por tu franqueza, gracias por...”.
Claudia acompañó el paso lento de la tía Eugenia hasta su habitación.
Virgen aún, pasados los años la tía Eugenia deambula susurrando traición, traición.

sábado, 15 de enero de 2011

PASADO PRESENTE

Vetas de plata
manojos de luna
argentan
su cara plegada
de años.
Los ojos lo llevan
tan lejos
como a la edad núbil
al tiempo púber
doliente y risueño,
al de la madurez precisa,
a esta senectud
de principios pisoteados
y el hombre llora.