sábado, 3 de octubre de 2009

DEL BING BANG AL "CAOS" DE JUGUETE

"A todo lo que los medios llaman "caos" antiguamente se lo llamaba desorden, confusión, trastorno, revoltijo, embrollo, desconcierto. Incluso más popularmente se decía batifondo, quilombo, despelote. Sobraban y sobran las palabras que definen una situación de alboroto. Ahora es caos.
Hay caos de todos tamaños. Caos vehicular, para entrar a un estadio, para conseguir una entrada a un festival, por una protesta de vecinos, porque llueve o cae granizo, por recibir a un personaje famoso, caos político, caos estudiantil. Extrañamente esa palabra - caos - antes de caer en poder de los medios argentinos tuvo un origen distinto: significó, abismo, espacio tenebroso antes de que naciera el orden del mundo. El génesis dice: La tierra estaba desierta y vacía; había tinieblas sobre la faz del abismo".
Ya no: hay amontonamiento de autos, amontonamiento de rehenes, amontonamiento de protestas y de piquetes. Sin la gratuidad de esa palabra nigún movilero o cronista de exteriores sería capaz hoy de describir hechos donde hubiera movimiento, acción, enfrentamientos, gritos y grupos alterados o revoltosos.
Digamos que aquel mítico Big Bang debió ser un caos de "ésos" bien grandotes.
Imagínense el espacio entrecruzado de estrellas, planetas y satélites, y quartz explotando unos contra otros y echando fuegos siderales y cósmicos. Y aunque menos que el Bing Bang los terremotos son un caos. Y más contemporáneos fueron caos el tsunami o el bombardeo de Bagdad si uno estaba allá abajo.
No se sabe exactamente cuándo empezó aquí ni siquiera quién fue el precursor de su uso indiscriminado. De su banalidad urbana y rezongona.
Tampoco se sabe cóm han llegado a ser "caos" el amontonamiento de autos en un peaje o un apretujamiento de pasajeros en un aeropuerto de vuelos suspendidos por la niebla. Hay caos tan chiquitos como el de la cola ante una oficina pública cuyo empleado se fue a merendar. Durante estos días el caos se ha naturalizado argentino.
Los medios se han apropiado. Hay que tener cuidado con el abuso. Porque de pronto la palabra, en venganza por haber sido manoseada, decide demostrarnos que no es un juego. Y cansada de ser pronunciada en vano estalla en caos verdadero.
Y no quedan ni una palabra en letras grandes en la pantalla ni el énfasis vocal de quienes anuncian en las noticias el caos. Mientras al pronunciarla se desvanece el hilo de voz del último movilero."
ORLANDO BARONE
escritor - periodista
30 de setiembre de 2009

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